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lunes

(no importa)

Introduzco la mano en la tierra

Soy el árbol, y los dedos las raíces.

No ambiciono renunciar a ellas,

sin embargo estas se adentran más y más en las profundidades.

.

Y mis ojos, que miran las estrellas

(la luna)

envían destellos plateados al firmamento.

Son ramas,

que atraviesan el aire que enmaraña el pelo de mi amado

y la nube que cuelga del techo de mi cuarto,

que iluminan las negras alas de los pájaros que vuelan en la oscuridad

(pues ya están muertos,

y a la luz del sol, son invisibles)

.

Y hay una hoguera.

Deseo quemar en ella mis pensamientos.

Entre las ascuas,

advierto unos ojos que me observan

(siento vértigo)

.

Y me imagino saltando dentro

sin llegar a arder… y a la vez, ardiendo

porque sé que el viento que es mi alma avivará al final las llamas

(y que el agua, en su fluir,

se encargará después de apagar el fuego)

.

Pero no salto

(como siempre)

Tan sólo sonrío y tiemblo.

Nora_Lee_by_Lidya1

Fotografía: Lidya1

fin del mundo

La habitación del deseo” era el título del libro que leía la muchacha. Él apartó la mirada; tras el ventanal corrían los campos sembrados, el sol de mediodía doraba el mundo; tanto esplendor no parecía tener piedad con sus retinas y entornaba los ojos para poder apreciar el brillante cielo, cegado por las nubes que dejaba atrás a medida que el tren avanzaba sin que le diera tiempo a imaginar una forma certera para ellas. Intentó concentrarse en su libro, abrumado ante tanta luz, ante toda la creación que desfilaba ante él sin detenerse.

Recorrió algunas líneas más, se fundieron al paso de sus ojos: una letra seguida de otra, un sinsentido de color gris, palabras carentes de significado que alguien creyó que podrían decirnos algo. Cuánto vacío…

“¿A dónde irás?”- escuchó de pronto en su mente –“¿de qué huyes?”

Aquella voz que lo había sido todo para él aún aparecía de vez en cuando en sus pensamientos. Siguiendo una intuición interior había tomado la determinación de no detenerla, de dejarla fluir cuando fuera preciso. Tal vez -se decía- está intentando decirme algo, algo que yo solo no soy capaz de comprender.

La muchacha tosió de repente y durante esos segundos en los que apartó el libro de su rostro pudo por fin observarla mejor. Su palidez era enfermiza. Tenía los labios ligeramente rosados, y sus oscuros ojos de pestañas infinitas estaban enmarcados por violáceos surcos. El fino cabello negro y lacio le llegaba hasta la cintura envolviéndola dulcemente. Sus ropas oscuras acentuaban su lividez, sus manos delicadas parecían tremendamente suaves. Se imaginó acariciándolas y un cálido estremecimiento le recorrió desde la espina dorsal.

Ella, ignorante, continuaba respirando con dificultad. Él se levantó para abrir un poco la ventanilla.

-¿Mejor así?- le preguntó.

Ella le miró y asintió agradecida. Se acomodó mejor en su asiento apoyando ligeramente la cabeza en el cristal. El aire del vagón comenzó a renovarse y la tos fue remitiendo poco a poco. Sus miradas se cruzaron y permanecieron así durante unos instantes.

-¿Hasta donde vas?- preguntó ella de pronto. Su voz suave y baja era difícil de apreciar por encima del murmullo del tren.

Él tardó en contestar más de lo normal fijo en sus ojos.

-Hasta el final supongo- dijo no demasiado convencido de su respuesta; pues en realidad cuando llegara al fin de aquel trayecto cogería cualquier otro tren que le llevara aún más lejos, y tal vez una vez allí, tomaría el siguiente tren que le siguiera alejando aún más. -¿Y tú?- preguntó a su vez.

Ella mostró una débil sonrisa

-Hasta donde llegue…- dijo enigmática.

Pestañeaba a un ritmo anormalmente lento. Había tanto sosiego en su rostro que no podía dejar de mirarla. Ella, lejos de sentirse incómoda, continuó hablando.

-Quiero llegar al mar. A ese lugar que llaman “el fin del mundo”.

-Llevas poco equipaje para ir al fin del mundo…- comentó él haciendo un gesto en dirección a la pequeña mochila que yacía en el asiento a su lado.

-No necesito más para hacer lo que voy a hacer.

La tos regresó con mayor violencia. Con los ojos cerrados, la cabeza apoyada en el cristal y las manos cerrando su boca, la joven parecía sufrir. Mientras la observaba algo consternado no pudo evitar preguntarse qué haría cuando llegara al mar.

-¿Te encuentras mal? ¿Puedo hacer algo por ti?- Preguntó acercándose un poco.

-No tranquilo, no puedes ayudarme.- dijo con dificultad.

Continuó tosiendo durante largo rato, con tanto ímpetu que temió en varías ocasiones que fuera a desmayarse. Se sintió estúpido, allí frente a ella sin poder hacer nada; pensó una y otra vez en buscar ayuda, pero sabía, o mejor dicho intuía, que lo único que deseaba en aquel momento era que la dejasen en paz. A medida que pasaba el tiempo la tos era cada vez más débil pero ella parecía extenuada.

Sin poder soportarlo ni un instante más, se levantó, puso la mochila en el suelo y se sentó junto a ella.

-Deberías dormir un rato- le dijo en un susurro para no sobresaltarla- Y creo que mi hombro es más cómodo que ese cristal.

Temió haberla asustado con su proposición, en cambio ella le miró de reojo sonriendo.

-¿Me despertarás cuando lleguemos al mar?

-Por supuesto, no te preocupes.

Se acercó lánguidamente a su hombro, posó su cabeza y cerró los ojos. Durmió durante varias horas, cambiando de posición en ocasiones. Cuando el mar apareció tras las ventanillas estaba anocheciendo y ella descansaba echa un ovillo en los asientos con la cabeza sobre sus rodillas. Antes de que éste pudiera decirle nada, abrió los ojos.

-¿Ya hemos llegado?- preguntó.

Él asintió; se forzó a sonreír a pesar de que la idea de alejarse no le agradaba. Durante esas horas se había sentido más cerca de aquella joven desconocida que de toda la gente con la que se había cruzado en los últimos meses; la había observado respirar intranquila en su regazo mientras dormía, y tras aquel agotamiento que reflejaba su rostro él había encontrado una belleza, una luz que no sabía describir, pero que lo había prendado. Comprendió, a medida que avanzaban hacía el mar, que su deseo de alejarse de todo se iba diluyendo como la luz del día, y ese lejano destino que todavía no había decidido se le antojaba algo absurdo tras aquella intimidad que ambos habían compartido.

Ella se puso de pie con cierta dificultad y comenzó a recoger sus cosas despacio. Metió el libro en la mochila y se puso la chaqueta; por último le miró en silencio.

-Gracias- dijo por fin- Gracias por esto.

Él no pudo decir nada, sonrió con la esperanza de que aquello pudiera expresar lo que no era capaz de decir con palabras. La muchacha se ajustó la mochila dispuesta a salir del vagón y aquel movimiento brusco le provocó un nuevo ataque de tos. Se apoyó en la puerta, de espaldas a él, mientras el tren iba frenando poco a poco. Aunque la tos cesó pronto, notó como respiraba trabajosamente.

-Y dime –se atrevió a decirle-¿Qué harás cuando llegues al fin del mundo?

Ella se dio la vuelta, retirando las manos de su rostro. Un hilillo de sangre le corría por la comisura de los labios.

-No lo sé –dijo- tal vez vaya hasta el mar, y me quede allí, contemplando el fin del mundo hasta que llegue mi propio fin.

Y con una tristeza infinita le sonrió por última vez y se fue.

..

“¿A dónde irás?¿de qué huyes?”-Aquellas palabras resonaron de nuevo en su mente mientras observaba el espacio de vacío que había dejado el cuerpo de la muchacha al marcharse. En aquel instante comprendió que ya no precisaba coger más trenes para continuar huyendo, pues tal vez el final de ese algo que andaba buscando no lo encontraría yendo aún más lejos, sino en el lugar donde pudiera darle fin a su absurda huída. Y quizás no hubiera mejor sitio para hacerlo que el fin del mundo.

InCanTation_by_DanZeFly
Al hilo de la iniciativa de "El cuentacuentos"

Fotografía: DanZeFly

★(inguz)

friends_by_grandma_S“El gatito correteó juguetón entre sus piernas. Me miró con esos ojos azules que todavía no sé describir y sonrió con dulzura mientras lo cogía entre sus brazos.

-¿Y cómo lo vamos a llamar?

-¿Qué te parece Poe? Poe es un buen nombre para un gato –comenté- de hecho es el nombre que debería tener tu gato.

Durante unos segundos se mantuvo serio, calibrándome, como solía hacer siempre que le sugería algo. Le encantaba ponerme nerviosa y a mi me gustaba sentir ese extraño nerviosismo. Yo luchaba por mantener su mirada con una seguridad fingida y absurda; una batalla perdida para los que como a mi no se nos da bien jugar a ciertos juegos.

Levantó a Poe y lo puso a la altura de sus ojos -¿Te gusta tu nuevo nombre?- Le preguntó al gato que maulló oportunamente.

-¿Eso es un sí? -aventuré yo mientras me acercaba.

-¿Sabes?- me dijo- Nunca te lo he dicho pero sé hablar gato y eso ha sido un sí.

.
. . .

Tengo a Poe en mi regazo mientras escribo esto, ronronea y me mira de vez en cuando con sus apacibles ojos de color miel, como esperando a que le diga algo. Creo que aguarda impaciente noticias tuyas, al menos con toda la impaciencia que puede tener un gato como Poe… Aunque creo que se ha conformado por fin con la idea de tenerme como ama provisional. Nuestra convivencia está siendo en cierto modo productiva: he descubierto que es igual tú (aunque a él no le guste nada el fútbol y adore que le acaricien en lugares que tú no soportas) pero como tú sabe escucharme y nunca me juzga, me hace reír y me invita a soñar como solías hacer (tal vez su forma es algo más sutil, pero al fin y al cabo es lo mismo). Cuando me pongo tontita -ya sabes que es el 99% del tiempo- me araña. Cuando me pongo pesada, me huye. Cuando le cuento historias se acurruca cerca de mi y se adormece; creo que también le gusta mi voz y la música que le pongo.

Algunas mañanas Poe no está para nadie, ni siquiera para mí; normalmente suele ocurrir cuando me he olvidado de comprar leche y no puede desayunar lo que a él le gusta. Es como cuando te despertabas y no quedaba ni tabaco ni café y acabábamos teniendo una mañana “extraña”; todo se arreglaba charlando un rato por la tarde. Con Poe también se soluciona de la misma manera, se tiende junto a mi mientras leo y hacemos las paces sin decirnos nada (como tú es incapaz de enfadarse conmigo)

Tenerle aquí mientras encuentras tu camino es como tener un pedacito tuyo, de tu corazón inmenso. Le miro y te recuerdo. Sueño contigo y te imagino feliz, apoyado en el tronco de algún árbol escribiendo fantásticas historias con tu bolígrafo negro y tu libreta. Seguramente perderás la vista en alguna muchacha que se cruce efímeramente contigo, y crearás para ella una historia que tal vez nunca te atrevas a regalarle… dejándola marchar ignorante su mala estrella; o tal vez sí ¿Quién sabe? Quién puede decir todo lo que habrás cambiado en este tiempo.

Pero eso da igual, aquí estaremos Poe y yo esperando a que regreses aunque sea para volverte a ver partir. Tal vez no estarás tú pero (por mi honor) te aseguro que permanecerán tus historias y el caos de tus palabras en mi mente, tus tonterías, tus locuras, todas las ideas que compartiste conmigo y que me regalaste, todas las que inventaste pensando en otras personas y que yo he tenido la suerte de descubrir. Además de los sentimientos, de la oscuridad y la belleza de este mundo que he aprendido a entender gracias al instante en que los caminos del “hombre de hielo” y de esta “nube simpática” se cruzaron: básicamente que para ser feliz uno tan sólo tiene que ser uno mismo.

Y recordaré una conversación, entre otras muchas, que nunca hemos tenido y que tal vez jamás tengamos, pero que yo guardo en este desierto que es mi alma por alguna razón que escapa a mi entendimiento:

.

.

“-¿Me olvidarás?

.

.

-No hay un sólo motivo por el que quiera olvidarte.”

Al hilo de la iniciativa de "El cuentacuentos"

Fotografía: Grandma_S

martes

me cuesta

Follow_Me____by_FaerieNymphMe cuesta

De pie, enfrentarme a ti mientras me miras

Sin pestañear, con esos ojos como oscuras piedras brillantes.

No hallo donde esconderme ante tan certera mirada

Ni hacerme más pequeña

Ni improvisar unas alas

Aunque intento ser etérea, con tu presencia me hago carne.

Y esa carne se hace espejo,

y su reflejo son mis entrañas

.

Me cuesta

Escucharte, mientras me hablas

Sin temblar, con tu voz asaltando mi mente

No encuentro las razones para creer lo que aseguras

Ni pensar que me amas

Ni merecer tus palabras

Obviando tus promesas, me siento más segura

Y la seguridad se hace trampa,

y ese engaño, es la calma

.

Me cuesta

Desnudarme, en tu presencia

Con tranquilidad, persuadiéndome de que no pasa nada.

No adivino porqué a veces me asustan tanto tus manos

Ni el saberme tuya

Ni el sentirme deseada

Y aunque mi amo es el deseo, tus ojos lo destronan

Y ese poder se hace miedo,

y el temor, desconfianza

Me cuesta.

Amar me cuesta

Fotografía: FaerieNymph