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martes

here in my room

Acababa de salir de la ducha, se secaba el pelo con una toalla frente a la ventana. La tarde era del color de la ceniza pero las nubes se empeñaban en guardar su tesoro como si no desearan rozar las calles ni a la gente que transitaba por ellas. El tiempo fluía con una cadencia silenciosa. Los sonidos ahogados por el doble cristal contribuían a crear una apariencia mustia y descolorida del mundo y de sus habitantes.
Cerró la persiana de un golpe, hastiada.
La casa seguía desordenada fruto de una noche de insomnio y lecturas poco acertadas. Se encendió un cigarro, inhaló profundamente, deseando que el humo nublara la desazón que empezaba a abrumarla. Mientras recorría sus entrañas, el vacío de las mismas se hizo casi palpable, increpándola desde dentro. Al expulsarlo la habitación se llenó de una tenue niebla que envolvió su cuerpo como un sudario haciendo juego con el color de su piel en la penumbra.
Se acercó despacio al aparato de música, y antes de programarlo para escuchar la misma canción una y otra vez, giro la rueda del volumen al máximo. Cogió el cenicero y se tumbó en el sofá apoyando los pies sobre el respaldo.
Cerró los ojos e intentó limitarse a escuchar.
Lejos de perderse en la melodía, que dio comienzo liberando paulatinamente un piano, una guitarra y una batería, cada nota ahondó a través de los poros de su piel taladrando su corazón e hincándose en su carne como en tantas otras ocasiones. El despiadado y pausado ritmo la incitó a tararear una letra que conocía a la perfección. Al principio en un susurro quedo que tan solo ella podía escuchar; pero el resucitar de los violines hizo que alzara la voz hasta que su pecho y su estómago vibraron de forma tan intensa que casi dolía.
Era presa dentro de un laberinto de imágenes y sensaciones pasadas y la vez ficticias, y no había escapatoria, porque cada una de ellas la arrastraba hasta la siguiente y la siguiente hasta la siguiente, y así, de modo que los recuerdos, las emociones y la música se fusionaban en una espiral vertiginosa de la que no deseaba ni era capaz de huir.
Sin poder moverse o dejar de cantar, el único contacto con la realidad fueron las dos lágrimas que se derramaban atravesando sus mejillas, tan frías que no parecían haber salido de su cuerpo.
Creyó que no sobreviviría a tanta belleza, a tanto dolor, a tantos recuerdos y tanta ausencia.
Imaginó que quedaría atrapada en esa canción eternamente.
Pensó que perdería la poca cordura que aún conservaba si continuaba sumergiéndose.
Y supo que todo aquello le daba igual.
Horas después estaba inconsciente. Su cuerpo descansaba semidesnudo en el suelo, sobre la alfombra. La música seguía apoderándose de la casa.
En su estado no pudo escuchar el ruido de las llaves en la puerta, ni los pasos por el pasillo. No pudo ver el miedo en el rostro de la persona que la encontró. Pero si pudo percibir el súbito silencio, las cálidas manos bajo la nuca, su nombre en los labios de alguien que conocía bien pero que no podía estar allí.
Alargó los brazos y rodeó un cuerpo, se incorporó en busca de unos labios en la oscuridad, que finalmente besó con tanta avidez y humedad, que temió perder el aliento y la consciencia de nuevo. Lloró.
Habría podido jurar que todos los laberintos, las espirales, el dolor, los recuerdos y la ausencia se habían desvanecido para siempre al escuchar sus palabras.
- "¿Me has echado de menos?"
(Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. )
Fotografía: Queen-diamond

12 Se mojaron.

Anónimo dijo...

Hola. Ya veo que has cambiado de habitáculo. Te escribo desde un móvil;ya ves...la tecnología.Con respeco a la entrada,esa canción que escuchas una y otra vez, mientras te deshaces en lágrimas(it's hard letting you go-Bon Jovi).En mi caso ella no apareció,pero eso ya pasó...hace mucho.Ahora,cada vez que vuelvo a escuchar esa canción,recuerdo el momento en que lloré,pero no el porqué ni por quién.No sabes lo difícil que se hace escribir desde este cacharro.Aún llueve?Un saludo tormenta,yol o tú.
JackBlume

Anónimo dijo...

por fin leo algo nuevo de ti...aunque esto ya lo lei en tu antigua morada...espero q te encuentres bien.Y que ahi donde vayas...siempre haya una luz q te alumbre en la osucridad...



feliz puente^^

Carlos dijo...

¿Vale mas la espera o el reencuentro?

Anónimo dijo...

...this party is old and uninviting
Participants all in black and white.
You enter in full blown technicolor...

Óscar Sejas dijo...

Porque para echar de menos a veces hacen falta 2 kilómetros de paciencia.

Un abrazo

luaDark dijo...

Sufre más aquel que espera siempre o aquel que nunca esperó a nadie?

Dark kisses

Anónimo dijo...

Es la leche eso de perderse en una canción hasta el punto de fundirse con una realidad que sólo existe en los altavoces.
Por cierto, en qué canción te perderías tú

tormenta dijo...

por ejemplo...here in my room ... de Incubus ;)

Juanjo Montoliu dijo...

Me gustan las historias que terminan bien, pero no es agradable echar de menos. ¿Es como una niebla que te envuelve? Pues algo así, sí.

Besos!!!

Anónimo dijo...

Te echo de menos cada segundo... me gusta que resucites la casa del acantilado... hay memoria que debe ser preservada y personas que viviran por siempre en nuestros corazones... eso es lo que llamamos inmortalidad

Anónimo dijo...

Somos piedras desgastadas por los sentimientos. Si no fuéramos tan sensibles a las ausencias, a las canciones, a las palabras, en definitiva, a los recuerdos de lo vivido intensamente, esta especie autodestructiva en la que nos hemos visto obligados a nacer estaría extinguida hace mucho tiempo. Gente como la chica de la historia, que se desvive por sentir, es la que realmente mueve el mundo. El precio es muy alto, pero nadie dijo que sentir fuera un camino de rosas sin espinas. Un beso nube simpática.

Salvatore dijo...

Está muy padre tu sitio, y las cosas que cuentas en él. Me gustó tanto que hasta ya pusé una liga en el mío.
Te mando un saludo, y te seguiré leyendo con más calma otro día.
Te recomiendo que visites www.cuentogotico.blogspot.com