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lunes

el lastre

Los hombros del ángel se estremecían mientras lloraba. Del extremo de sus ojos grises caían lágrimas de azogue que se deslizaban apaciblemente atravesando su rostro inmaculado hasta alcanzar la tierra, donde estallaban sobre los delicados pétalos de las pequeñas flores que se extendían a sus pies allí donde acariciaba el suelo su grácil sombra, tiñéndolas de negro. Los insectos revoloteaban sobre ellas hechizados por el fragante y balsámico aroma que expelían, pero temerosos a la vez no osaban aproximarse demasiado. Un espectador anónimo podría haber aventurado que dicha actitud se debía al miedo, sin embargo se trataba simplemente de un signo de profundo y reverencial respeto.

Cuando las lágrimas por fin cesaron, horas más tarde, mientras el sol moría en el horizonte, el ángel emprendió el descenso de la colina en dirección a la casa donde ella habitaba para dar cumplimiento una vez más a su turbador cometido.

No hubo nada ni nadie que le detuviera. Las puertas se abrieron para acogerle; en el mismo instante en el que atravesó el umbral, el péndulo del gran reloj de la entrada se interrumpió en mitad de su cadencia, suspendido en el espacio, extraviándose por una vez en el tiempo. Sin darle importancia se encaminó hacía las escaleras. Sus pies descalzos apenas acariciaron los peldaños; en el pasillo, la última puerta se apartó en silencio a su paso.

Se acomodó en la mecedora junto al lecho orientado hacia el dorado atardecer que se adivinaba tras la ventana, donde ella reposaba entre enormes y mullidos almohadones, asemejándose más a una niña pequeña que a una anciana de noventa años. El largo pelo plateado pero aún brillante, le enmarcaba el rostro donde la multitud de arrugas que antaño horadaban su expresión se difuminaban en la calma absoluta de su gesto. Abrió los ojos muy despacio.

-“Te has tomado tu tiempo esta vez, viejo amigo.”

Demasiado débil para hablar el tenue hilo de sus pensamientos alcanzó al ángel que la observó conmovido.

-“Confieso que no deseaba venir una vez más a tu encuentro”

Aunque la sonrisa no llegó a asomar a sus agrietados labios, él pudo percibirla.

-“¿Por qué?” -preguntó- “Yo te aguardaba con ansia, viejo amigo. Esta vez ha sido demasiado duro, demasiado largo y estoy muy cansada. Sabes bien que he de seguir adelante…”

Él acercó el dedo índice a sus labios y con aquel sutil gesto, el río de su pensamiento se diluyó en borrosas imágenes hasta quedar por unos instantes sofocado por el aliviante y reparador vacío del olvido. La miró largamente, de forma idéntica a tantas otras ocasiones en las que había ido a su encuentro justo cuando su cuerpo agotado decidía liberar el insoportable peso de su gastada alma. Intentaba desentrañar aquel misterio que desde el principio había estado más allá de su alcance, mientras le concedía aquellos escasos momentos de efímera paz, antes de que la rueda comenzara a girar de nuevo para ella, sin la compasión de concederle el don de olvidar.

-Lo llevarás de nuevo contigo- habló de nuevo y su voz resonó en su conciencia hasta despertarla ligeramente- Todo, el dolor, la amargura, las pérdidas y el desamor que hayas vivido, y a eso le tendrás que sumar todo lo demás. Es una carga demasiado pesada para un humano.

Entonces fue ella la que lo miró fijamente.

-¿Acaso sientes piedad de mi, viejo amigo?- preguntó por fin- ¿Tú, que me has llevado de la mano en cada uno de mis viajes, aún no has comprendido por qué no puedo olvidar?

-No, nunca lo he comprendido.- Las plateadas lágrimas recorrieron una vez más el rostro del ángel - Y aunque alguna vez lo consiguiera -prosiguió- después de todo el sufrimiento que te he visto padecer durante tus existencias, no podría hallar justicia en ello.

Ella, presa del agotamiento final, había dejado de escucharle; su juicio se fue alejando a medida que su corazón bombeaba cada vez más despacio la sangre a sus doloridos miembros. El ángel comprendió que no podía ni debía esperar más. Venciendo su propio rechazo y compasión, se puso en pie sobre ella, y depositó un suave beso en su frente ya tibia, muy similar a cada una de las veces en las que había ido a su encuentro a lo largo de los siglos, para ayudarla a partir, a seguir adelante.

-Tan sólo desearía saber hasta cuándo durará el castigo- le dijo en el último momento.

-Hasta que todos esos recuerdos de los que hablabas, viejo amigo, dejen por fin de ser mi lastre.- pudo contestar ella justo antes de emprender el que por fin sería su último viaje.

the_red_blanket_by_Floriandra

Al hilo de la iniciativa de "El cuentacuentos"

Fotografía: Floriandra

14 Se mojaron.

Anónimo dijo...

Intensa y romántica, amor y muerte, la suma de las acciones, los remordimientos y el peso de todas las consecuencias del ejercicio de la libertad. Hermosas las palabras con las que lo expresas

Cam dijo...

Creo que me he perdido una entrada con el último apretón de las clases y demás pero bueno, ya he vuelto.

El texto me ha gustado, como siempre sabes manejar muy bien las atmósferas.

Besos!

Anónimo dijo...

Muy bien escrito, como siempre. Me encanta la riqueza descriptiva que aportas en cada relato. Besitos.

P.d. Podría alguien dar la luz antes de salir...ha debido de ser el vino a mitad de precio, pero no veo ná. jeje.
Luz de Luna

Anónimo dijo...

Tenme paciencia, te debo muchas lecturas.

Un cariño inmenso, desde una Bs.As. con nieve.

Laura Luna dijo...

Muy místico y romántico (en el sentido original de la palabra). Me encanta cómo sabes crear atmósferas y las descripciones que haces de tus mundos mágicos... ¿Nunca has pensado en publicar en papel?
Un besote,
Mun Light Doll
PD: Y responde al email, cohones :P

vran dijo...

Un ángel compasivo y un castigo terrible.
Muy bien expresados los sentimientos, tanto la angustia y la compasión del ángel como la aceptación de la mujer.
También me gusta ese pequeño resquicio para la esperanza que aparece al final.

Por otro lado, le vendría bien darle un nombre a la mujer, para reforzar la impresión de confianza, de familiaridad, que se desprende de la conversación entre los dos.
Y hay una errata cuando dice: "orientado a hacia el dorado".

Un buen cuento, otra vez.
Besos,

Sara dijo...

Precioso el cuento, como siempre...
Cada semana nos regalas un escenario diferente y en cada uno eres capaz de dibujar diferentes personajes, diferentes sensaciones...
Cada semana te superas
Un beso

Pedro dijo...

PAra no variar me ha encantado de principio a fin (¡Azogue!¡Que palabra más bioen escogida) NO solo me ha encantado el estilo, menos negro d elo habitual, si no el tema de los recuerdos que lastran a un alma, realmente precioso y estremecedor.
Y que decir del diálogo, me deshago de envidia.

Un abrazo,

Pedro.

Pd: Pero envidia de esa sana no, que es muy aburrida, de esa de desear lo ajeno, menos saludable, pero más emocionante :P

Roadmaster dijo...

Paranoia, tú lo has dicho xD Últimamente estás cambiando los escenarios por la introspección. Pensaba que tirarías más por el desarrollo de historias y en lugar de eso has ido cortándote las ataduras del mundo físico para adentrarte en las profundidades del alma. Allí rigen otras reglas, por no decir ninguna, luego poco me puedo meter contigo ;-P
Me gusta tu manera de desvariar, no has perdido un ápice de la elegancia que te caracteriza ^^
¡Muas!

Juanjo Montoliu dijo...

Entonces, ¿los recuerdos pueden dejar de ser un lastre? ¿cuántas vidas hacen falta para ello?
Dimelo, brujita, antes de que mis arrugas tampoco me permitan esbozar una sonrisa :P

¡Besos!

Anónimo dijo...

Pfffff Tormenta me has matado, yazco rendida completamente a tus pies.
Veo tantas cosas en el relato que estoy por asegurarte que es (hasta ahora, porque nunca me dejas de sorprender) mi favorito entre los tuyos.

Una carretilla de besos para vos.

PD: te echo de menos :(.

Carabiru dijo...

Me recuerda a un capítlo de Entre fantasmas que me hizo llorar un montón con el final.

Me ha gustado mucho la historia, me quedo eso sí con dudas sobre el final, ¿como logrará esa alma liberarse del pasado? ¿por qué ese castigo? ¿acaso está enamorada del ángel y por verlo cada vez le vale la pena seguir???

Salu2

Pugliesino dijo...

La última puerta se abrio... No es la muerte angel o demonio alguno sino tan solo una puerta,algo tan inanimado como el umbral que hay que atravesar.Y en ese instante el angel de tu historia descubre o intenta entender la no simpleza del ser humano.Un ser que encierra ese ente llamado alma que de forma tan entrañable nos acerca,su sufrimiento,su grandeza,su complejidad hasta para un angel.Que riqueza de texto,la descripción de aquellas lágrimas,la casa,un bellísimo cuadro.Una "paranoia" encantadora.
Un abrazo!

Anónimo dijo...

hola :)