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jueves

Abysus abysum vocat in voce

Espero, aislada en una calma tensa.

Desafiante.

Las agujas del reloj apuntan el ritmo del paso del tiempo,

pero en la mente son mis latidos los que calculan

el margen entre tus pasos.Desire_by_NeoPiter

Uno a uno, avanzan inexorables a mi encuentro

Como si todas las direcciones en la brújula fueran ahora una única… (yo).

Y los caminos que recorres y que no recuerdas siquiera haber escogido

despiertan en tu memoria inconsciente

el recuerdo de un sendero que nunca antes tomaste,

pero que de sobra intuías que algún día deberías emprender.

Y mientras te acercas, a pesar de la incertidumbre que te abruma,

en tu ingenuidad anhelas en mi la dulzura propia de un ángel

¿Tan debilitado estás de andar que la fatiga nubló tu juicio?

No encontrarás en mi cuerpo el descanso del guerrero,

ni la paz que tu alma ansia, ni evasión, ni refugio.

Hallarás la loba que late en mi pecho,

la fiera sedienta que aúlla en la noche

Adiestrada a base de un rigor de ausencias,

pero ávida de cada milímetro de tu carne.

-No quiera el destino que mi deseo se estanque

y se convierta en veneno.-

Fotografía: NeoPiter (Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.)

lunes

Invisible. [...otra vez...]

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Una inesperada ráfaga de aire caliente se coló por la ventana haciendo estallar un barullo de papeles por toda la habitación, convirtiéndola en un caos blanco de hojas que se enredaban en mi pelo. Corrí para cerrarla intentando detener el vuelo de las cortinas que parecían querer escapar de la cárcel de mi cuarto para siempre, y al mirar el cielo del crepúsculo cargado y ambarino, y pensar que tú estarías bajo él en ese mismo instante, una corriente atravesó mi cuerpo produciendo tal sacudida que me obligó a cerrar los ojos para recuperar el aliento. Al darme la vuelta, todo era una anarquía de papeles y libros abiertos. Busqué en el suelo el último folio que había estado leyendo, tu carta.

Llevaba toda la tarde encerrada leyéndola una y otra vez, estudiándola, intentando descifrarla y desentrañar cada pequeño matiz, queriendo adivinar en la composición de las frases, en su orden, en cada signo de puntuación, un sentido oculto más allá del que revelaban abiertamente las palabras. Un código tal vez, algo que quizás debiera recordar, una pista que me diste en otro tiempo y lugar, una llave secreta, una clave. Pero todos mis esfuerzos fueron en vano, no conseguí ver más allá de ellas; todas hermosas, perfectamente escritas con tu letra menuda y clara, pero cada una asestando un golpe letal en mi corazón, aguijoneando mi cerebro.

Volví a mirar el cielo, sentí miedo de verdad; miedo de ese que parece acechar siempre, que aguarda incluso en la oscuridad que hay detrás de cada parpadeo. ¿Cuántas formas existen en ésta realidad para decirle a alguien que le amas? ¿Cuántas puede improvisar una persona en el tiempo que le ha sido concedido? De todas ellas me has convertido en blanco, y sin embargo nunca ha sido suficiente.

Y allí, aferrando tu carta, en mitad de la tormenta eléctrica que amenazaba con romper en cualquier momento y hacer que temblase hasta el mismísimo eje de la tierra, en cuestión de segundos, me hice invisible. Fue un proceso paulatino que comenzó con un intenso hormigueo en las manos.

Al principio fueron mi carne y mi piel que se diluyeron dulcemente como si se tratase de un perfume en el éter; después mis ropas se fundieron con el aire; tras ellas mi voz, que se convirtió en fino cristal, y en último lugar mis ojos, que apagaron su brillo como una bombilla que se funde repentina.

Y aquí estoy, escribiendo con mis manos transparentes ideas y palabras que pienso con mi cerebro incorpóreo, mientras observo tus intentos desesperados para que vuelva a aparecer ante tu vista, ante la vista de todos. Pero yo, que en algunas ocasiones puedo llegar a ser una chica lista, sé que no se puede amar lo que no se conoce, lo que no se percibe, ni con los sentidos ni con el corazón, lo que no se ve. Y si presumes ver algo, una débil silueta con mi forma, con mi color, con mi voz y que huele a mí, debes saber que esa sombra no soy yo, es tan solo un reflejo. Puede que te conformes con ella y sea suficiente para que la ames, pero no lo es para mí que conozco la inmensidad que se esconde detrás de mis ojos y mis palabras, lo oculto, lo que tú llamas ‘secretos’, que nunca han sido tales, pues no puse barreras ni fabriqué muros que no pudieses franquear simplemente con tu deseo de hacerlo; porque créeme, el misterio se habría resuelto tan sólo con una pequeña dosis de curiosidad.

(Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.)

martes

...la "Diosa" en mi...

Luna, madre benefactora,

tu luz y tu fuerza guían mis pasos,

Las mareas vitales, el influjo de las líneas de poder

imperan en mi cuerpo, que se abre

como la semilla en la tierra

al recibir el favor del agua y el sol benéficos.

Y valiéndome de la intuición y la sensibilidad

que La Diosa me ofreció como presentes,

Camino sintiendo la plenitud de mi feminidad

Bajo sus diversas apariencias:

-Doncella, Madre y Anciana-

Hacia la culminación de mi destino,

Cualquiera que sea

En armonía con la naturaleza siempre sagrada,

A través de la fecundidad de cada uno de mis actos.

_Mending_broken_pieces_

Fotografía: Finduilas-oronra (Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.)

lunes

(...)

Unmolested_For_A_Few_Days_by_hakanphotography. . . .

"Sé bien de qué huyo, pero aún ignoro lo que busco"

M. E. Montaigne
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Huyo; o dicho de otra manera: me voy de vacaciones. Desconectaré por unos días y no podré refugiarme en vuestros hogares. Os echaré de menos.

Os dejo con algo que escribí hace tiempo.

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. . . . "Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso, las horas y el tiempo pasan" (W. Shakespeare)

Últimamente suelo sentarme a solas en mi cuarto, miro a mi alrededor, y lo único que soy capaz de ver es una habitación llena de cosas.
Mi cama, la ropa, la lámpara, la ventana, los recuerdos. No les presto demasiada atención, no pienso en ello ni me preocupa. Me siento segura porque sé, de un modo intuitivo, que todas esas cosas seguirán en el mismo sitio cuando regrese; cómo si de alguna forma se encontraran atadas a mi vida tan sólo por el hecho de necesitarlas, de utilizarlas de vez en cuando o de haberlas comprado; convertidas en un referente, aportando una apariencia de solidez a mi existencia.
Y aún así tengo la certeza de que tan solo es una ilusión fácil y absurda, pues ni tan siquiera las montañas más majestuosas de la tierra perdurarán eternamente, algún día, una a una acabarán estallando.
Todo muta, el mundo entero tiende al cambio, variar está en la naturaleza misma de las cosas. Tal vez en unas sucede más despacio que en otras, pero al final se alteran. Pierdes uno de tus pendientes favoritos, tu camiseta se destiñe, el televisor se avería y la puerta del armario ya no cierra bien. Todo se rompe, se desgasta, se transforma en otra cosa o incluso desaparece para siempre. Y esa condición nos incluye a todos nosotros, a las personas, que en cierto aspecto somos también “cosas” para otras personas.
Y no podemos interrumpir el paso de los días y detenernos en nuestra infancia, ni conservaremos nuestras creencias ni nuestros cuerpos tal y como son ahora. No nos gustará siempre la misma canción, no volveremos a amar de la misma forma a alguien, no hablaremos igual, no pensaremos lo mismo. Los colores, los aromas, los sabores serán diferentes en circunstancias muy parecidas. Lo que hoy nos gusta tal vez lo odiemos mañana, y quien esta noche ocupa un sitio a nuestro lado, puede que en un minuto cambie de opinión y se marche siguiendo su propia estela de renovación.
No podemos hacer nada para detener este ciclo, ni intentar que lo que nos rodea permanezca inmóvil, anclado en la forma y el aspecto que deseamos. Hemos de aceptar que somos incapaces de atrapar la esencia de las cosas. En ese instante exacto en el que todo es tan perfecto, parpadeamos, y se nos escapa.
Pero aunque pueda parecer angustioso o paradójico, tiene sentido. A pesar de que nadie nos haya pedido permiso para participar en esta inmensa espiral, en un proceso en el que nunca podremos parar y dar marcha atrás a lo sucedido, la fragilidad de lo que nos rodea nos ayuda en nuestra ceguera a apreciar la belleza, la importancia de cada segundo; pues si todo cambia necesariamente, tú y yo, aquí y ahora, somos únicos y este momento es irrepetible.



Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Fotografías: ???